Reestructurar una empresa es una decisión fundamental tanto para optimizar el rendimiento y crecimiento de la empresa en un mercado en constante cambio, como para solucionar todo tipo de problemas internos que pudieran poner en riesgo la viabilidad futura de la propia empresa. ¿Quieres saber cómo detectar las mejores situaciones para acometer una reestructuración empresarial? Sigue leyendo…
Muchos de nuestros clientes son empresas en fase de expansión, crecimiento o adaptación a sus respectivos sectores. Eso les lleva a preguntarse a menudo si están bien organizadas, o en qué casos conviene la reestructuración de una empresa.
Y es que en el entorno empresarial actual, caracterizado por cambios constantes y competitividad, reestructurar una empresa puede ser, no solo una importante herramienta estratégica para adaptarse a las demandas del mercado, maximizar el potencial y la competitividad de la empresa, sino también para garantizar su futuro ante cambios en el mercado o en caso de problemas económicos o de pérdida de posicionamiento en el mercado.
¿Cuándo se aplica una reestructuración empresarial?
Si eres gerente o administrador de una empresa y ves con incertidumbre el futuro a medio y largo plazo de tu organización, sigue leyendo porque te presentamos las cinco situaciones en las que es más recomendable la reestructuración de una empresa.
1. Cambios en el entorno empresarial
Nuevos competidores, avances tecnológicos, fluctuaciones económicas, cambios legislativos o del propio mercado…, el entorno empresarial está en constante evolución, y las empresas que mejor se adaptan son las mejor posicionadas para seguir creciendo.
Por ejemplo, si una empresa se enfrenta a una disminución en la demanda de sus productos o servicios debido a cambios tecnológicos, una reestructuración puede permitirle diversificar su oferta y explorar nuevas oportunidades de mercado, o adaptarse a dichos cambios con una reestructuración tecnológica a nivel interno.
2. Problemas financieros o de rentabilidad
Si una empresa pasa por problemas financieros o de liquidez como consecuencia de una falta de rentabilidad, de una mala organización o financiación interna, de los altos costos operativos o de una estructura desequilibrada de su capital, la reestructuración empresarial no solo es aconsejable, sino que puede ser la única manera de restablecer la salud financiera de la empresa y asegurar su viabilidad a medio y largo plazo.
La reestructuración financiera de la empresa puede implicar desde la renegociación de deudas con acreedores hasta la venta de activos no estratégicos o la reducción de costos mediante la optimización de departamentos y procesos internos, por poner unos ejemplos.
3. Fusiones y/o adquisiciones
Cuando dos empresas se unen, ya sea a través de una fusión o de la adquisición de una por parte de la otra, la reestructuración empresarial es vital para reorganizar todos los departamentos de la nueva empresa a nivel interno, acceder a nuevos mercados, reducir costos mediante sinergias comunes o diversificar productos.
Una fusión o adquisición hace variar a menudo tanto la naturaleza, como el tamaño o los objetivos de la nueva empresa. Por ello reestructurar una empresa requiere de una planificación muy cuidadosa, no sólo para optimizar procesos sino también para integrar la gestión de todas las partes involucradas sin conflictos y asegurando el éxito a largo plazo.
4. Cambios en la estrategia empresarial
En ocasiones las empresas varían su estrategia en función de los cambios u oportunidades de mercado. Por ejemplo, una empresa centrada en el desarrollo de producto que cambia su modelo a otro basado en servicios. O cambios no tan drásticos, pero que sí requieren una mayor especialización o un cliente diferente dentro de su propio modelo de negocio.
En estos casos, la reestructuración empresarial puede reorganizar los departamentos, establecer nuevas políticas y procedimientos acordes a los nuevos objetivos, y capacitar al personal para llevar a cabo las nuevas tareas.
5. Expansión y crecimiento
El crecimiento de una empresa conlleva de manera paralela un aumento de la carga de trabajo y de los recursos necesarios, incluyendo el tamaño de la propia plantilla. Esto conlleva afianzar y rediseñar todos los procesos internos para optimizar y hacer eficaz toda la gestión de recursos de la empresa, tanto humanos como materiales, tecnológicos y financieros.
En definitiva, la reestructuración empresarial es una medida que puede resultar de vital importancia para el futuro a medio y largo plazo de la misma, con independencia de que hablemos de empresas en procesos de expansión, de recesión o crisis, o de simple adaptación a nuevos mercados.
¿Qué se necesita para reestructurar una empresa?
Para los gerentes o administradores de empresas tanto públicas como privadas, es esencial saber detectar si su organización se encuentra en uno de los cinco escenarios que hemos descrito, y de ser así buscar asesoramiento legal y fiscal especializado.
No en vano, aunque la reestructuración de una empresa puede tener incontables ventajas a medio y largo plazo para el crecimiento o supervivencia de la misma, también es un proceso muy complejo, no exento de riesgos y que puede implicar grandes inversiones y nuevos marcos legales a tener muy en cuenta. Por ello recomendamos contar con el asesoramiento de especialistas en la materia, tanto a nivel legal como fiscal, que ayudan a que esa reestructuración sea un proceso adecuado a las necesidades de la empresa, ordenado y efectivo.