En tiempos tan complicados como los que vivimos, tomamos mayor conciencia de lo que realmente importa en esta vida, la salud de los tuyos (y ahora también la salud pública), y un trabajo digno. En definitiva, buscamos más que nunca seguridad. Todo lo demás resulta accesorio. Ya lo decía Josep Pla, “resulta curioso constatar que, a veces, los hombres empiezan a volverse sensatos cuando lo tienen todo perdido”.
La seguridad que todos anhelamos tiene una dimensión jurídica, que igualmente que la salud y el trabajo, ahora en tiempos de incertidumbre, cobra más relevancia. Es esencial para traer inversión, para emprender o para que las operaciones mercantiles y financieras fluyan.
Obviamente, si hablamos de seguridad jurídica, los legisladores y poderes públicos son piezas claves. No obstante, nos preguntamos por el papel que hemos desempeñado los abogados en estos largos 6 meses. Sin duda hemos estado en un plano secundario, en comparación con los nunca lo suficientemente bien pagados profesionales sanitarios, trabajadores del campo o transportistas, por poner algún ejemplo. Sin embargo, ahora es el momento donde comenzamos a jugar un papel más importante, sin perjuicio del desarrollado en la gestión de los ERTES, que ha sido vital para la supervivencia de muchos trabajadores y empresas.
Ahora es el momento de la remontada de las empresas y empresarios, y a los abogados nos toca trabajar para que nuestros clientes puedan desenvolverse en sus negocios con la mayor seguridad jurídica posible.
Por tanto, nos ocupa esto, adelantarnos a lo que pueda venir para evitar riesgos jurídicos (y por tanto económicos) innecesarios a nuestros clientes. El tejido económico está tocado y a estas alturas cualquier error estratégico por parte de una empresa puede resultar funesto. Ya no hay margen para equivocarse. Por tanto, la estrategia de las empresas debe contemplar inequívocamente el vector legal. No puede haber tropiezos en licitaciones o concursos, en operaciones financieras, en la planificación fiscal, en el lanzamientos de negocios on line, en la internacionalización, en las contrataciones, etc. El vector jurídico puede ser una enorme barrera de entrada y de salida para muchas empresas, más aún en un contexto como el actual.
Como hemos comentado, nos toca también ayudar a nuestros clientes en la necesaria transformación digital de sus negocios; vender on line tiene derivadas jurídicas que han de cubrirse de manera especializada.
Aspectos tan aparentemente prosaicos como la revisión de los contratos con nuestros clientes o con nuestros proveedores habituales, mañana pueden ser cruciales para el caso que no se puedan cumplir las prestaciones, si se dieran situaciones similares como a las vividas hace apenas unos meses. Negociar con los clientes y proveedores, la introducción de cláusulas que nos permitan capear mejor lo que pueda venir, es una cuestión inaplazable.
Durante las crisis los procedimientos para exigir responsabilidades suben. Se demanda y se querella mucho más. Y por eso los directivos y responsables de las empresas han de contar previamente con instrumentos que les permitan protegerse. La solución pasa por la implementación de protocolos de cumplimientos normativo en las empresas.
Y finalmente llegamos a aquellas empresas que no estén en condiciones de sobrevivir; en estos casos es necesario un cierre ordenado que evite males mayores.
En resumen, los despachos de abogados estaremos en la remontada al lado de las empresas y empresarios, dando seguridad jurídica a sus negocios, anticipando los problemas y reduciendo los riesgos en aquellos distintos escenarios, que el cambiante panorama nos va dibujando.