A vueltas con los BITCOINS

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Sepa o no definir el concepto, se puede afirmar que hoy día cualquiera ha oído hablar de  Bitcoins. A grandes rasgos, se trata de una moneda virtual, descentralizada, no sujeta a regulaciones y que, al igual que en Bolsa, está sujeta a constantes subidas o bajadas en la cotización de su precio/valor. En agosto de 2017, cuando se puso en marcha el proyecto, hablábamos de un valor de 1 céntimo de euro/moneda; a marzo de 2021 alcanzó los 50.000€/moneda; y en enero de 2022 estuvo a algo más de 37.000 €/moneda.

Al calor de este crecimiento inicial tan exponencial, a pesar de sus fluctuaciones, han surgido nuevas monedas virtuales como Ether (ETH), Binance Coin, Ripple, IOTA, Litecoin. Y aunque no tienen un crecimiento tan alto como Bitcoin, son vistas con amigable curiosidad por quienes gustan de probar en este mundo virtual. Y ello porque se puede crear el ecosistema adecuado para que cualquier persona física o jurídica, institución pública o privada, pueda crear su propia moneda virtual y generar valor económico con ella. La clave está en que hablamos de un sistema descentralizado que, como tal, se hace accesible a otros operadores que con el sistema actual no serían interlocutores válidos. Por lo que abre un campo interesante para todo tipo de inversores que permite desarrollar un proyecto de dimesiones considerables con posibilidades de éxito económico.

En este escenario de expectativas, grandes compañías tecnológicas como Facebook y Google ya han puesto en marcha sus propios proyectos para fijar como nuevo éxito mundial el “metaverso”, con sus propias monedas; con un posible objetivo de provocar la concentración de usuarios en este su nuevo sistema, si son capaces de atraer a los iniciales inversores de bitcoins hacia su proyecto centralizado, de grandes desembolsos estructurales y con intención de hacerlo profesionalizado.

Como todo proyecto tecnológico innovador, tienen sus ciclos de vida. El del bitcoin puede ser engullido por un proyecto con un calado de gran envergadura, con grandes inversiones y con un recorrido que en principio es muy amplio; o ser capaz de reinventarse y coger esa parte de mercado que desconfía de todo aquello que pueda venir de las grandes tecnológicas, cuya ética ha sido varias veces puesta en duda. No olvidemos que el bitcoin nace también desde una filosofía que pretende cambiar el sistema, y eliminar con ello las perversiones intrínsecas que la doctrina económica debate abiertamente.