El Protocolo como herramienta de supervivencia en las empresas familiares

Si gestionar ordenadamente una empresa ya es de por sí una tarea titánica, esa gestión se complica aún más cuando la empresa es familiar, entendiendo por tal aquella que es propiedad de una familia. Como muestra de esa complejidad, a la fecha sabemos que de cada 100 empresas familiares que se asoman al abismo del primer relevo generacional solo sobreviven 30. Y de entre todas las que sobreviven al primer relevo, solo 15 consiguen mantenerse en pie después del segundo salto generacional. Es decir, que en el tránsito de abuelos a nietos, de 100 empresas familiares apenas consiguen salir adelante 4 o 5 empresas.

Los motivos de este descalabro generacional son varios. Uno de ellos, sin duda alguna, la propia complejidad de ser empresario, de modo tal que las facultades, habilidades y capacidades del fundador para poder acometer y desarrollar con éxito la puesta en marcha y el mantenimiento de una empresa a menudo no se encuentran en las siguientes generaciones. En ese contexto, si el fundador no acomete en tiempo y forma un proceso de profesionalización de la empresa ajeno al entorno estrictamente familiar, el desenlace puede ser funesto. Pero incluso en aquellos casos donde los sucesores tienen capacidad empresarial y hambre suficiente para seguir tirando del carro empresarial, la falta de unas normas que regulen con claridad el funcionamiento de la empresa familiar y, sobre todo, la ausencia de un sistema reglado que determine cómo pueden solucionarse los conflictos que surgen en la gestión diaria de una compañía en la que los dueños y/o gestores son hermanos o primos es un factor esencial que condiciona gravemente la supervivencia de las empresas familiares.

Por ello, existe una herramienta que, sin ser una panacea absoluta, permite afrontar, desde la tranquilidad, la sinceridad y el diálogo, el análisis de la situación de la empresa desde un punto de vista familiar, estableciendo mecanismos que permitan solventar de una manera razonable los conflictos que se producen en el seno de la familia propietaria con causa en la gestión de la empresa. Y esa herramienta es el Protocolo Familiar, que no es sino un acuerdo privado que nace del consenso familiar y que establece alternativas para abordar y solventar las situaciones conflictivas que puedan suceder en la compañía. Consciente de su utilidad en los procesos de relevo empresarial, la Junta de Extremadura ha venido otorgando ayudas a las empresas extremeñas para favorecer la elaboración de protocolos familiares.

A nuestro juicio, la elaboración del protocolo debe abordarse en momentos de tranquilidad familiar y empresarial, de modo tal que, con la colaboración de profesionales externos, la familia propietaria pueda afrontar un proceso de diálogo sincero que permita identificar aquellas cuestiones que generen o puedan generar en el futuro situaciones de conflicto.

Sin duda alguna, un protocolo familiar debería abordar de forma detallada, entre otros aspectos, la definición de los principios generales que deben inspirar el funcionamiento de la empresa y de la familia para con la empresa, la regulación de los órganos de gobierno de la Sociedad, las remuneraciones (fijas y/o variables) que deben percibir aquellos miembros de la familia que han asumido la gestión de la empresa, si la Sociedad debe afrontar de forma recurrente el reparto de dividendos, el régimen de tenencia de las participaciones sociales, el régimen regulador de la transmisión de las participaciones sociales (derechos de adquisición preferente a favor del socio familiar, derechos de separación, derechos de acompañamiento y arrastre, etc.), la constitución y el funcionamiento del Consejo de Familia, etc.

Por lo tanto, si se es miembro de una familia propietaria de una empresa de este tipo y antes de que los conflictos asociados a la gestión puedan generar diferencias irresolubles, debería plantearse con la debida prudencia la conveniencia de iniciar en un plazo razonable de tiempo un proceso de elaboración de protocolo familiar. Porque de ello puede depender en gran medida la supervivencia futura de la empresa y lo que es más importante aún, de la propia familia.